miércoles, 2 de abril de 2008

Lugares

La cañada

Hay paisajes, lugares, que se conservan nítidamente en la memoria, aunque haya pasado mucho tiempo sin verlos o aunque sólo se hayan soñado y nunca se hayan visto en realidad.
Cada uno tiene los suyos.

Forman parte del misterio de la mente, de sus interminables recovecos a veces llenos de sorpresas, a veces de incomprensibles y desconocidas formas que se nos aparecen de repente, cuando menos esperamos o cuando a punto de despertarnos, luego de un largo sueño, se entermezclan fantásticamente en una orgía de ideas inconexas y sin sentido, que poco a poco vamos reordenando a medida que recobramos la conciencia.

Para conocer de verdad esos lugares, hay que vivirlos a diario durante algún tiempo. No basta con pasar seguido por allí. Hay que compartir con ellos las distintas horas del día y los diferentes "climas" que traen los días.

No son lo mismo un parque o una plaza por la mañana que por la tarde, un lunes que un domingo, en verano o en lo mas crudo del invierno.
Un bar, una mesa en un bar, es diferente cuando recién se abre el local que a última hora. La gente va cambiando durante el transcurso de la jornada, los diálogos son distintos, las noticias se van gastando y mutando a medida que el tiempo las aleja del hecho que las generó, y todo tiene diferentes colores y olores según sea el rincón desde el que uno mire.
Por eso hay que sacarle utilidad a nuestras rutinas. El mismo viaje, en el mismo colectivo, por las mismas calles todos los días, debe servirnos para grabar en nuestra mente reflexiva aquellos hechos y cosas imprescindibles que harán exacta su descripción.

En mi intento por lograr esa descripción, esos lugares pasan a ser menos míos, aunque nunca lo fueron en realidad, y posiblemente despierten las mismas sensaciones a quien lee, si al pasar por ellos vivió emociones parecidas.
A veces basta sólo un detalle, el color del follaje, un perfume, el estilo de unos muros, el empedrado de una calle, para rescatar de la memoria el momento que grabó ese lugar para siempre en nuestro corazón.

3 comentarios:

Anónima dijo...

Estuve hace muchos años en una exposición de Monet que me impresionó mucho. Habían reunido series de cuadros de los mismos sitios pintados a distintas horas del día y en distintos momentos del año. Recuerdo especialmente una serie sobre el parlamento de Londres, otra sobre una catedral que podría ser, por lo que he visto en san Googe, la de Rouen, pero no estoy segura, otra serie sobre unos chopos a lo largo de un camino.

Monet debía compartir la idea de que "Para conocer de verdad esos lugares, hay que vivirlos a diario durante algún tiempo. No basta con pasar seguido por allí. Hay que compartir con ellos las distintas horas del día y los diferentes "climas" que traen los días."

Mar dijo...

es la cañada! yo viví tres años por esa calle

Sofocador dijo...

anónima: Monet habría hecho maravillas con la luz, pintando La cañada. Sobre todo porque las tipas (Tipuana tipu) tienen hojas pequeñas que varían su tonalidad según les de o no el sol.

mar: ¿hace mucho? ¿estudiabas aquí en Córdoba?