lunes, 23 de junio de 2008

Pensar

forges-15-septiembre_-_Pensar

Pensar es conectar recuerdos. Esta actividad del cerebro puede tener varios fines: encontrar la solución a un problema, comprender el tiempo y el entorno, conjeturar el devenir, verificar la relación entre causa y efecto, explicar la realidad, intentar la abstracción, crear...

El problema de entender cabalmente qué es el pensar, se retrotrae entonces a la cantidad y calidad de nuestros recuerdos. Si no tenemos recuerdos, si no tenemos un código (lenguaje) en el que apoyarnos, dificilmente podamos hablar de pensar.

Con este razonamiento, vemos que si nuestros recuerdos no son exactos y están modificados por nuestras sensaciones (aquí intervienen fuertemente nuestros sentimientos) seguramente el resultado de lo que entendemos como pensar, se verá influenciado por ese pasado que nuestro cerebro recrea completando con “elementos lógicos” los detalles olvidados.
Todos recordamos sucesos trascendentales de nuestras vidas: un viaje, el casamiento, la pérdida de un ser querido... Somos capaces de recordar cómo, cuándo y dónde, las personas que estaban con nosotros y unos pocos detalles importantes mas.
En nuestro casamiento, por ejemplo, sabemos que los invitados estaban vestidos (lo contrario habría quedado fuertemente grabado por lo ilógico) pero no recordaremos qué llevaba puesto cada uno, asi es que nuestro cerebro vestirá a esas personas con elementos conocidos pero nunca exactos.

La mayoría de nuestras ideas, entonces, están apoyadas sobre conceptos muchas veces incompletos o erróneos, por lo que se hace necesaria la constrastación permanente. Para ello recurriremos a los recuerdos de otros, a las pruebas documentales de todo tipo y hasta el intento de reconstrucción de los hechos, muchas veces imposible.

El hecho de que “Cada criatura piense de una manera diferente” se fundamenta entonces en que cada persona recuerda de una manera diferente. Y esa es la diferencia que nos hace distintos a los cerebros electrónicos, incapaces de elaborar conceptos influenciándolos con sentimientos como el amor, el odio, la envidia, la vergüenza, el deseo, la soberbia, la perversidad, el afecto,la avaricia, la fe, etc... además de todos los estados intermedios que de ellos existen y que viéndolos desde esta perspectiva, comprendemos como imperiosamente necesarios.

De este extraño fenómeno nacen lo bueno y lo malo. El cielo y el Infierno.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y que ocurre cuando el Alzheimer o similares borran los recuerdos? ¿Como se piensa partiendo del vacío?

Sofocador dijo...

Justamente, el Alzheimer exagera lo que digo aquí, no borra...cambia las cosas, las remarca, retiene algunas pocas y olvida otras muchas. El enfermo se vuelve monotemático, no puede seguir una conversación.
No sé de ninguna enfermedad que actue como el coco cleaner de Forges.

La única observación a este razonamiento es la comparación con los animales. Es claro que ellos recuerdan, entonces ¿por qué no piensan como nosotros? ¿No piensan? ¿Qué es lo que desencadena la razón?

Saludos y gracias por pasar siempre por aqui.

Anónimo dijo...

Tú lo has dicho: siempre.

Anónima dijo...

Por eso dicen que no podemos afirmar que la realidad exista: en realidad lo que existe es su reflejo en nuestros recuerdos. O algo así.

Abrazos intermitentes :-)

Anónimo dijo...

O algo así.

nfer dijo...

"El enfermo se vuelve monotemático, no puede seguir una conversación."

Con sólo ese dato (o diagnóstico) el espectro de enfermedades es amplísimo, diría yo sin ser neuróloga que incluye a enfermedades sociales conocidas como "egoísmo" (el detalle de este comentario y porqué estoy comentando esto, merecería quizá una conversación...).

Por alguna razón quien esto escribe tiene un hipocampo...y medio.

Los estudios de RNM lo muestran, dos porcioncitas de cerebro, una con leve forma de hipocampo y la otra menor, asimétrica y trunca.

¡Ah! dicen los médicos, ¡es el asiento de la memoria!¡hay que hacer un seguimiento anual, esto tanto puede no tener importancia como ser el principio de graves problemas...!.

Luego de salir corriendo en busca de otra opinión, estoy en una etapa de reflexión: ¿porqué voy a "curar" las conexiones neuronales con medicinas que, en los mismos prospectos, anuncian la amplitud de sus efectos y la imprecisión de los resultados?

Me pasaron al menos un par de veces cosas que, de ser relatadas aisladamente,darían pie a que la medicación fuera necesaria y urgente, so pena de volverme un vegetal o peor...

Una vez,yendo a Salta, confundimos (aclaro que íbamos tres adultos y con un buen mapa en el coche, los otros dos adultos conocían Salta y las rutas de mucho antes, yo una sóla vez había hecho el viaje).

Por alguna razón en lugar de tomar la ruta "A" tomamos la "B" y nos perdimos en cierta parte,pudiendo retomar luego de un par de horas y llegar a Salta capital antes de la puesta del sol.

¿Qué tiene que ver esto con este post?
Que si relato a los médicos que, durante dos días y sin darme cuenta, estuve diciendo "Tucumán" en lugar de "Salta", podría ser más que suficiente para incluirme en el grupo de enfermos de...algo.


Pero ...no cuento cuántas otras veces no me perdí, es más, supe leer el mapa o plano mejor que los demás, orientarme en medio de la niebla de la mañana o recordar con precisión absoluta aquél vado donde una filosa piedra desgarró la cubierta y hubimos de luchar duramente para que el coche no se desbarrancara y cambiarla por la auxiliar, aunque el caudal de agua era menor, la estación del año otra y la señalización del todo ausente.

¿Es la palabra la que nos distingue de los animales?
Muchos intentos ha habido y hay de "decodificar" el lenguaje de los animales.

En mi experiencia, los animales hacen lecturas diferentes: "leen el aire".

Queda para otro comentario, si es que amerita. Que si tuviera el poder de decisión y el tiempo y todo lo necesario para dedicarme a estudiar el tema, plantearía una hipótesis ligeramente distinta a las que andan dando vueltas por ahí: los animales recuerdan, nosotros recordamos, pero cómo lo hacen ellos y porqué priorizan unos recuerdos a otros, ha de ser diferente.

Animales "sociales" cuyas conductas nos son puestas como ejemplo por lo organizadas, lo "altruistas" , lo perfectas, dejan de lado detalles como los "días de..." y sin embargo para elegir pareja ejecutan complejos rituales.

Desde que el hombre empezó a estudiar las conductas animales y "creó" la etología, los estudios han ido siguiendo, en paralelo, lo "socialmente correcto" en ese momento.

Fu, qué manera de dispersarme...pero leí los comentarios anteriores (que los haya entendido, no hay garantía, y que haya entendido lo que quisisteis decir, menos...)
:)

Anónimo dijo...

Me mareé.

Necesito beber agua.

O algo más....

Sofocador dijo...

Nfer: Anónima dice que la realidad se arma, en gran parte o toda ella, con las imagenes de nuestros recuerdos. Lo que hacemos con ella luego, ya es otra cosa... Según la interpretemos, actuaremos de acuerdo a nuestros intereses del momento.
Por eso, no creo que el egoismo sea algo inconciente como para llamarlo enfermedad, el tema da, como dices para una conversación más extensa.

Lo de vuestra confusión camino a Salta, suele suceder cuando estamos acompañados y confiamos que los otros se encargarán de hacer lo correcto. Si nuestros compañeros actúan igual, el resultado puede ser un desastre. En síntesis, confiamos en que los otros "recuerden" y nos desconectamos de nuestra responsabilidad.

Es un tema con pocas certezas de dónde aferrarse.

Anónimo dijo...

Vuelvo por aquí, miro....y veo que mi comentario ha salido como anónimo.

Juraría que había firmado...

Sofocador dijo...

Senior Citizen;

Casi que lo había adivinado.
Pero no creo que beber "algo más" cure su mareo. ;-)

Anónimo dijo...

Algo más era la cervecita de la cena.

Ya se sabe: el bar, las tapas...

Estamos en Andalucía.

nfer dijo...

Uno de mis contactos (y conocidos de carne y hueso) de la intenet, con el que conversamos mucho, supo decirme una vez que las personas no malentienden sino malescuchan.

Me costó bastante entender este "neologismo" pero poco a poco voy viendo qué acertado está.
Por dar un ejemplo (tratando de no marear la parroquia), está el caso de lo que pasa cuando salimos de viaje.
De por sí es difícil decidir qué meter en los bolsos, pero si además son varios los que viajan, aunque se hagan listas, se comprueben las listas, se dejen carteles colgados, notas en la heladera o donde sea para no olvidar dejar las llaves al vecino, colocar aparte las medicinas que no se consiguen en cualquier lado, dejar fuera del baúl del coche un bolso de mano con los elementos imprescindibles...llegados al lugar del veraneo ¡algo falta! (sobrar siempre sobra, es otro problema menor).

Y ahí empiezan los reproches,sea cual sea el grado de relación de los viajeros entre sí (padres/hijos, esposos, amigos, compañeros...)
"¡te dije que traigas el shampú XXX! ¡sabés que es recetado y no puedo usar otro!", o "¡este no es el cargador de baterías de la cámara, nos vamos a quedar sin fotos en dos días y en estos puestos de turismo un cargador nuevo nos va a costar una fortuna!" añadiendo otras "nimiedades" como "sabés que no tenés que probar platos exóticos, ahora tenemos que cambiar el recorrido por si no hay un baño cerca, pero vos dale con que querías probar el huaschalocro!"

Como vos decís:

confiamos en que los otros "recuerden" y nos desconectamos de nuestra responsabilidad: "confiamos" puede ser bueno, siempre y cuando no dejemos nuestras responsabilidades a cargo de otros...que ni siquiera están enterados. (De estarlo posiblemente o las rechacen o replanteen el método de distribución).

Y una buena forma de "zafar" es diciendo luego cosas como "...ay pero yo entendí que vos habías dicho que...".

Se malescucha.
Y cuando sucede algún pequeño inconveniente evitable y no evitado entonces salen a relucir reproches y supuestos malos entendidos.

Si empezamos por escuchar y oír lo que los demás dicen, (Hacerse cargo, o darse por enterado, de aquello de que le hablan), entonces puede que dejemos de ser egoístas.
Porque estamos aceptando que el otro puede pensar y opinar diferente y eso no tiene que ser necesariamente malo para nosotros.

Vuelvo al viejo tema del libro que nunca escribí y del post que sería demasiado corto dada mi condición de dispersa: el miedo

Ya dejo, que por las Andalucías hacen calores que dejan sin aliento a algunos lectores...

Anónimo dijo...

Andalucía solo hay una. Como madre...

....Y también se malescucha cuando, en una conversación, no se oye lo que dice el otro, sino que se dice lo que se está pensando. Y así,no es un diálogo, sino dos monólogos simultáneos.

Sofocador dijo...

Senior citizen:

Lamento contradecirle pero la ciudad en la que vivo, y que hace dos días cumplió 435 años, se llama "Córdoba de la Nueva Andalucía"

No tenemos el Mediterraneo pero somos bien mediterraneos. No tenemos el Guadalquivir, nos sobra con el Suquía. No tenemos Sevilla pero sí Alta Gracia. No tenemos un Santa Bárbara pero si un Champaquí.
Y la sierra, tan eterna como aquella, "la morena", dicen es tan parecida, que hizo al fundador, el hidalgo sevillano Don Jerónimo Luis de Cabrera, bautizarla con ese nombre.

Anónimo dijo...

Touché, Sofocador.

Siempre olvido que aquellos navegantes que vistéis llegar un día -para bien y para mal- llevaban en los labios los nombres de la tierras que dejaron, y llamaron como ellas a las que los recibían.

Y eso que aquella aventura empezó ahí al lado, en un pueblo que visito con frecuencia: Santa Fe.

nfer dijo...

A la arbitrariedad de la memoria


A la arbitrariedad de la memoria
cedo el discurso apenas iniciado
para que al despeñarse sin cuidado
se adjudique al azar mi trayectoria.

Hay que tergiversar, por ilusoria,
la verdad, ese gusto exacerbado
por los malentendidos que he burlado
desfaciéndole entuertos a mi historia.

Yo nací al alborear el Siglo de Oro,
soy autor de La isla del tesoro
y Madame Bovary tiene razón

cuando afirma que nunca me hizo caso.
La recuerdo, desnuda ante el ocaso,
saludando las naves de Colón.

ORLANDO GONZÁLEZ ESTEVA

Anónimo dijo...

Si ya volvió D.Cristóbal diciendo que aquello le había gustado...