Pero no es esta entrada una clase de botánica ni de medicina naturalista, sucede que me he encontrado con un poema hecho tonada de Juan Ignacio Guzman interpretado por el duo La Huella que me ha parecido maravilloso entre tanto tema folklórico repetido.
Casi sin darnos cuenta el progreso ha hecho casi desaparecer al vendedor de peperina, muy de vez en cuando suele verse alguno recorrer las calles con su canasto o bolsa de arpillera al hombro. Es que la peperina, muy común hace años por todas partes, ahora es escasa, se cultiva, se industrializa y viene en practicos saquitos.
Para que no quede en el olvido, dejo aquí "El Peperinero"
Jarillero de
cuyo le vengo a pedir
un consejo
por una tonada
soy yuyero
de las sierras grandes
de arpillera
es mi bolsa compadre
peperina muy
fresca, yerba buena, poleo
y un atado
de tomillo yo llevo.
Cuando bajo
vendiendo me escuchan gritar
Cuesta
blanca, Icho Cruz, San Antonio
y en un
rancho de aquellos parajes
una linda
señora que sale.
Cuando
escucha mi canto
yo ya tengo en mi mano
su ramito el
que estaba esperando.
Como le hago
compadre, no le puedo cobrar
si me espera
con esa mirada
como le hago
pa’que
no se entere que yo
la recuerdo
con esta tonada…
De mi bolsa
compadre saco por la mañana
Peperina por
una mirada.
Desde chico
soy peperinero señor
y una bici
acelera mi oficio
cuando llego
a la casa de aquella
yo me bajo
de la bicicleta
y camino muy
lento esperando el llamado
y le entrego el ramito en la mano
Jarillero de
cuyo le vengo a pedir
un consejo
por una tonada
soy yuyero
de las sierras grandes
de arpillera
es mi bolsa compadre
peperina muy
fresca, yerba buena, poleo
y un atado
de tomillo yo llevo.
Como le hago
compadre, no le puedo cobrar
si me espera
con esa mirada
como le hago
pa’que
no se entere que yo
la recuerdo
con esta tonada…
De mi bolsa
compadre saco por la mañana
Peperina por
una mirada.
2 comentarios:
Aquí se está perdiendo ya la costumbre de las cosas que no tenían precio, pues su precio era "la voluntad", lo que quisiera dar el que compraba y que, al final, salían más caras que si hubieran tenido una etiqueta.
También se vendían billetes de lotería premiados "por lo que pueda darme, que debo viajar con urgencia y no puedo cobrarlo".
El ingenuo comprador no controlaba si era el billete correspondiente al premio de Navidad y daba una suma considerable, considerándose afortunado. Casos como éstos, hubo muchísimos. Hay gente para todo.
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